sábado, 25 de noviembre de 2017

En busca de anfibios por el Noroeste de la Región de Murcia

El pasado martes 14 de noviembre, tras terminar las clases en torno a las 20:30, tres compañeros del Máster en Áreas Protegidas, Recursos Naturales y Biodiversidad (José Juan Mazano, Juani Mirón y Nerea Martínez), Patri Martínez y yo decidimos salir en busca de anfibios a la comarca del Noroeste.

La primera parada fue en una charca situada en la parte calasparreña de los Llanos del Cagitán (ZEPA "Sierra del Molino, Embalse del quípar y Llanos del Cagitán"), con conocida reproducción en años anteriores del escaso en nuestra Región, sapo de espuelas (Pelobates cultripes). Para nuestra decepción, las escasas precipitaciones de este otoño no habían servido para que esta retuviese algo de agua y solo pudimos observar una margosa hendidura en el terreno.

Tras esta parada, y con el termómetro marcando entorno a los 0 ºC (no recuerdo una salida en estas fechas con tan bajas temperaturas) procedimos a acudir al entorno de Bajil (LIC "Sierra de la Muela"), en busca de la majestuosidad de las salamandras comunes (Salamandra salamandra subesp. morenica), especie con reproducción estrictamente otoñal en nuestra Región. El frío aumentó conforme avanzaba la noche y subíamos en altitud, indicándonos el termómetro - 2 ºC alrededor de las 00:00. Esto estaba claro que sería un impedimento para poder observar vida anfibia. Por la carretera  no hubo rastro de sapo alguno aunque se nos cruzó alguna liebre ibérica (Lepus granatensis). Ya en Bajil pudimos observar un ejemplar juvenil del amenazado sapo partero bético (Alytes dickhilleni) refugiado bajo una piedra, y también una larva en la fría agua de una de las charcas (prácticamente vacía por cierto, en la que se intúia el vaciado por un reciente proceso de limpieza).


Respecto al resto de fauna, solo algunos invertebrados, con unos movimientos aletargados, como esta araña Tegenaria sp. se dejaron ver.


Tras esta parada procedimos a ir a nuestro siguiente destino: una charca localizada en el municipio de Bullas, con una importante densidad de sapo partero bético. Por el camino visitamos algunas charcas más que se encontraban en los bordes de la carretera, aunque solo pudimos añadir al listado de especies ranas comunes (Pelophylax perezi) y el termómetro llegó a rondar los - 4 ºC.

En esta nueva parada el éxito parecía estar garantizado puesto que en dicha charca yo estoy realizando muestreos y este otoño, pese a la sequía, he detectado la reproducción del partero, incluso hacía 3 días había localizado un adulto bajo una piedra. También cabe añadir que al bajar de altitud parecía que la temperatura sería más compatible con la actividad de estos animales.

La temperatura subió, pero no lo suficiente, llegamos entorno a las 3:00 de la mañana con unos 0 ºC. Tras bajarnos del coche no se oía ningún canto, lo que nos desilusionó un poco, pero tras darle unas vueltas a la charca y levantar alguna piedra, ahí estaba el sapo partero adulto junto a dos metamórficos, justo en la misma piedra que lo lozalicé hacía unos días, aunque mucho menos activo.




Bajo las piedras que levantamos también había refugiada del frío alguna araña, como esta Loxosceles rufescens.

Tras disfrutar de la observación, las piedras se volvieron a poner en su lugar con cuidado de no dañar a ningún animal (fuese vertebrado o no).

Finalmente, entorno a las 4:00 nos dispusimos a volver a casa, y al llegar al vehículo, a lo lejos, los ojos de un carnívoro nos impresionaron. Nos llenamos de ilusión al creer haber visto una gineta, pero tras acercarnos comprobamos que se trataba de una especie algo más común pero que también alegra ver, un zorro, que puso un buen punto y final a una entretenida y didáctica aventura.



lunes, 26 de junio de 2017

Taller de Anfibios de Vedema y Campo de San Juan

El pasado 12/05/2017 impartí con VEDEMA un taller sobre las amenazas y la identificación de los anfibios de la Región de Murcia.

Cartel del taller.

Tras la charla fuimos a un cuerpo de agua de Bullas para identificar larvas, puesto que en las charcas del Campo de San Juan habían hecho limpieza y se habían llevado por delante a estas (una de las amenzas de este grupo de vertebrados). Pudimos ver larvas de sapo común (Bufo spinosus Daudin 1803), rana común (Pelophylax perezi López-Seoane 1885) y sapo partero bético (Alytes dickhilleni Arntzen y García-París 1995).

Una vez trabajada la identificación de larvas fuimos al Campo de San Juan, con el objetivo de identificar adultos. La suerte no nos acompañó y solo pudimos ver adultos de rana común y sapo corredor (Epidalea calamita Laurenti 1768), aunque también se oyó cantar algún que otro sapo partero bético.

 Sapo corredor.

Rana común y pareja de Hydrous sp.

No obstante, este territorio, situado al noroeste del T.M. de Moratalla, es un oasis para los anfibios de la Región de Murcia ya que alberga citas de 7 de las 10 especies que residen actualmente en la comunidad autónoma, aunque para algunas de ellas se trate de su límite suroriental como la salamandra común (Salamandra salamandra Linnaeus 1778) o el sapillo pintojo meridional (Discoglossus jeanneae Busack 1986). Esta alta riqueza específica sucede por tratarse de la zona más humeda de la Región y también por ser una zona en la que se han mantenido los usos tradicionales del suelo.

Según la época del año en la que decidamos hacer una visita nocturna podremos encontrar unas especies u otras. Si decidimos salir con las primeras lluvias del otoño, sin bajarnos del vehículo ya podremos ver sapos corredores y sapos comunes, que estaban esperando estas húmedas condiciones para salir de sus refugios rumbo a los cuerpos de agua en los que más adelante se reproducirán; tendremos que tener especial cuidado para no atropellarlos. Una vez nos bajamos del coche y nos acercamos a los puntos de agua podremos presenciar, además de las anteriores especies, la majestuosidad de la salamandra común (Salamandra salamandra subsp. morenica), la cual, aunque nos encontremos en su límite de distribución, no está poco representada. Otra especie con posibilidad de ver en estas fechas en la zona es el sapillo moteado oriental (Pelodytes hespericus Díaz-Rodríguez et al. 2017), pero yo aun no la he visto en otoño.

 Sapo común.


Sapo corredor.


Salamandra común.

Si la visita se hace de día, estos individuos adultos ya, están refugiados, aunque con suerte levantando alguna que otra piedra (siempre dejándolas cuidadosamente en su lugar), o mirando bien entre la vegetación de alrededor de la charca (evitando siempre tocar a los individuos), podremos verlos de nuevo. Lo que sí es cierto es que la luz del día nos facilitará la observación de larvas.

 Sapo corredor encontrado bajo una piedra.

Salamandra común encontrada al descubierto, pero cerca de la vegetación de ribera de la charca. Posiblemente acabaría de realizar un parto debido a que su reproducción en la la Región de Murcia es otoñal. Esta especie es ovovivípara, por lo que no realiza puesta, si no que libera directamente las larvas en el agua.

 Larva de salamandra común.

Si la visita nocturna la realizamos con las lluvias primaverales, la cosa cambia: las salamandras adultas están escondidas, y casi todas las larvas de salamandra habrán realizado la metamorfosis; pero estos sapos que hemos visto desplazándose por las carreteras en otoño salen de nuevo, pero a reproducirse, e incluso aparecen nuevas especies no vistas en otoño como el sapillo moteado oriental y el sapo partero bético; también con el aumento de las temperatura es más fácil visualizar ranas comunes. En nuestra salida no tuvimos la suerte ni de ver al esquivo sapillo pintojo meridional ni a los sapos comunes reproduciéndose, pero si vimos una charca temporal de las que utilizan los sapillos moteados y sapos corredores para reproducirse repleta de estos.

 Rana común.



Sapos parteros béticos en los alrededores de una alberca permanente (esta especie al igual que el sapo común y la salamandra común, tienen preferencia por cuerpos de agua permanentes).

Sapillo moteado oriental.

Amplexo de sapo corredor (el amplexo es la forma de reproducción más común en los anfibios, el macho masajea a la hembra para que esta libere los huevos y él los fecunda externamente).

Para terminar quiero dar las gracias a todas las personas que me han acompañado en estas salidas: Pablo Ramírez, Miguel Guerrero, Silvia Guerrero, Lucía Salazar, Alejandrito, Patricia Martínez, Alvaro Martínez y a todos los asistentes al Taller de Anfibios que impartí con Vedema.

jueves, 18 de mayo de 2017

Los reptiles de Calblanque

El pasado abril, la Asociación Renacuajos dió un taller de identificación de reptiles en Cartagena al que tuve el placer de asistir. Este fue impartido por Conrado Requena, un naturalista con muchos años de experiencia a sus espaldas.

La salida de campo se realizó el día 22, y fue en Calblanque, un lugar muy importante para este grupo de animales, tanto por los hábitats que alberga, como por sus condiciones climáticas. El día se presentó nublado y con algo de viento, lo cuál no era lo más idóneo para ver reptiles, pero aun así pudimos ver 8 especies de las 15 allí presentes.

La especie que en más ocasiones se nos cruzó fue la lagarija colilarga (Psammodromus algirus), uno de los reptiles por excelencia del matorral mediterráneo.


Lagartijas colilargas (Psammodromus algirus)

Otros lacértidos que se dejaron ver, pero en menor medida fueron:

Lagartija ibérica (Podarcis hispanicus)

Esta lagartija, a diferencia de la anterior, suele preferir zonas más rocosas.

Lagartija colirroja (Acanthodactylus erythurus)

Esta especie está vinculada por norma general a arenales.

 Juvenil de lagarto bético (Timon nevadensis)

Es fácil de ver en arenales, roquedos, matorral, étc.

El único lacértido de la zona que no tuvimos la posibilidad de ver fue la lagartija de Edwars (Psammodromus edwarsianus), una lagartija de pequeño tamaño que suele verse en zonas de matorral no muy denso, sobre todo en tomillares. En zonas como Calblanque, debido a que es un territorio que presenta tanto roquedos, como arenales y formaciones arbustivas de diferentes densidades, podemos encontrar estas 4 especies prácticamente por toda la zona.

Respecto a los gekkos presentes vimos las dos especies (salamanquesa común y salamanquesa rosada). Estas están muy vinculadas a zonas antropizadas, sobre todo a construcciones, donde es fácil verlas en las noches de verano sobre las paredes exteriores atrapando presas a la luz de las farolas.

Salamanquesa común (Tarentola mauritanica)

Salamanquesa rosada (Hemidactylus turcicus)

También se dejo ver un camaleón común (Chamaeleo chamaeleon):


Especie arborícola, presente en el sur peninsular, principlamente en zonas cercanas a la costa. Actualmente está en expansión.

Para poner la guinda al pastel, se dejo ver un eslizón ibérico (Chalcides bedriagai). Una especie ampliamente distribuida, pero con unos hábitos muy discretos, por lo que resulta muy complicado de ver, de echo este ha sido el primer ejemplar que he podido visualizar. Ya sé que la foto no es muy buena.


No pudimos ver culebrilla ciega (Blanus cinereus) ni ningún ofidio de los presentes en la zona, que son: culebra bastarda (Malpolon monspessulanus), de herradura (Hemorrhois hippocrepis), de escalera (Rinechis scalaris), de cogulla (Macroprotodon brevis) y lisa meridional (Coronella girondica). Aun así vimos 8 de las 15 especies de reptiles presentes, una cifra que no está nada mal.

Como vemos Calblanque es una zona muy rica en reptiles debido a los diferentes hábitats interrelacionados que presenta, desde matorrales de diferente porte y densidad y algún bosquejo hasta arenales, pedregales y construcciones humanas. Aún así hay muchos pozos, algibes y balsas abandonas por la zona que significan trampas mortales para estos animales (y otros). Los atropellos son también una amenaza más para este grupo.

Para terminar quiero darle las gracias a Conrado Requena por todo lo que aprendí en el taller.


miércoles, 3 de mayo de 2017

El sapo partero bético

El sapo partero bético, Alytes dickhilleni (Arntzen y García París, 1995), es un anfibio anuro (sin cola en estado adulto), de la familia Discoglossidae. Se trata de un endemismo de las cordilleras béticas, existiendo únicamente en todo el mundo en el sureste de la Península Ibérica, desde Sierra Tejeda, Sierra de Almijara y Sierra de Alhama en Málaga en el oeste hasta Bullas y Sierra Espuña en Murcia en el este. Está catalogado en la lesgislación como especie vulnerable, aunque se ha propuesto como especie en peligro de extinción. Las amenazas asociadas a esta especie residen en su área de distribución fragmentada, el pequeño tamaño de alguna de las poblaciones y su dependencia para el desarrollo larvario de fuentes, albercas y represas, cuerpos de agua que están siendo abandonados dando lugar a su deterioro por los cambios que se están dando hacia una agricultura y ganadería intensivas. También debemos añadir como amenaza la limpieza de dichos cuerpos de agua en el periodo reproductor de la especie, lo que se lleva por delante muchas larvas, y también las enfermedades emergentes, como la quitridiomicosis.

Como la mayoría de los anfibios, el sapo partero bético adulto se alimenta de invertebrados, esta especie en concreto sobre todo de hormigas, arácnidos y coleópteros. Todos los anfibios son unos grandes aliados contra las plagas de los huertos y jardines, pese al pensamiento popular de que son animales satánicos y dañinos.

El individuo adulto se caracteriza por su pupila vertical, su aspecto rechoncho (aunque no alcance un gran tamaño), la presencia de tres tubérculos palmares en las manos, unos dedos cortos y gruesos, y la ausencia de manchas rojas y anaranjadas en el dorso, que lo diferencia del sapo partero común, cuya distribución queda al otro lado del río Segura.

Sapo partero bético adulto

Todos los sapos parteros (género Alytes) se caracterizan porque el amplexo (es el nombre que se le da a la reproducción de los anfibios) es realizado en tierra, al contrario que en la mayoría de anuros españoles, ya que estos lo culminan en el agua. Esto sucede porque una vez realizado el amplexo, la puesta no es depositada en el agua, si no que la hembra se la transfiere al macho, y este la porta (de ahí el nombre de partero) en sus patas traseras, acercándose periódicamente a la charca para mantenerla húmeda, hasta que los embriones están totalmente desarrollados (desde el amplexo hasta el desarrollo total de los embriones suele pasar un mes aproximadamente), momento en el que la puesta es liberada al agua. En las charcas donde se reproducen estos anfibios, aparecen nuevas larvas desde finales de febrero hasta septiembre, variando esto en relación a las condiciones climáticas de la zona. En el periodo reproductor estos sapos comienzan a cantar desde sus refugios con las últimas horas de luz y primeras de oscuridad, saliendo de ellos ya bien entrada la noche. El canto es muy similar al del autillo, la rapaz nocturna más pequeña que podemos encontrar en nuestra Región, aunque el del sapo partero bético deja menos pausa entre un canto y otro.

 Macho de sapo partero bético adulto con puesta con los embriones bastante desarrollados.

 Macho de sapo partero bético humedeciendo la puesta, o tal vez liberándola ya.

Sapo partero bético escondido en su refugio.

Una vez el macho comienza a cargar la puesta tras el amplexo, esta tiene un tono amarillento, que va oscureciéndose conforme los embriones van desarrollándose. Una vez la puesta es liberada, puede verse en la charca una puesta eclosionada de un tono amarillento/transparente. Las larvas tardan en realizar la metamorfosis y abandonar la charca entre 3 meses en zonas de menor altitud, y 16 en zonas de alta montaña, pudiéndose ver en estos casos larvas bajo las capas de hielo de la charca en pleno invierno. Debido al largo desarrollo larvario que poseen estos sapos suelen utilizar para criar cuerpos de agua permanentes, es decir, que se mantienen con agua todo el año. También necesitan aguas muy limpias, lo que les tranforma en unos buenos indicadores de la calidad del agua. Las larvas, como la mayoría de las larvas de anuros son detritívoras, es decir, se alimentan de materia orgánica, ya sean restos vegetales o animales.

Larvas de sapo partero bético, con escasos días de edad, alimentándose de una larva de su misma especie mucho más desarrollada, que encontrarían seguramente muerta debido a su carácter detritívoro. En la esquina superior derecha también se puede ver una puesta ya eclosionada.

Las larvas nacen con alrededor de 1,5 cm de longitud, y una vez alcanzan su máximo tamaño pueden llegar a medir 7 cm aproximadamente (esto puede variar según el cuerpo de agua, la disponibilidad de alimento, étc). A partir de este momento comienzan a absorver la cola, saliendo los metamórficos de la charca con un tamaño de 2 centímetros con poco.

Larva de sapo partero bético con sus 4 patas ya desarrolladas

Larva de sapo partero bético con sus 4 patas desarrolladas, asomándose fuera del agua para coger aire, ya que sus pulmones comienzan a estar desarrollados.

Metamórfico de sapo partero bético escondido en un lateral de la charca.

Las larvas pueden tener pigmentaciones diferentes, pero es característico su espiráculo en posición ventral adelantada, el cuál se puede intuir facilmente por una banda ventral plateada que aparece frecuentemente. También aparece con frecuencia una gran mancha oscura en la base de la cola en forma de H, M o V, que se continúa hacia atrás en una banda oscura continua a cada lado de la cola.

 Larva leucística de sapo partero bético.


Larva de sapo partero bético con una pigmentación bastante común.

BIBLIOGRAFÍA UTILIZADA 

SALVADOR, A. (2015). Sapo partero bético - Alytes dickhilleni. En: Enciclopedia Virtual de los Vertebrados Españoles. Salvador, A., Martínez-Solano, I. (Eds.). Museo Nacional de Ciencias Naturales, Madrid. http://www.vertebradosibericos.org/


ARNTZEN, J. W. & GARCÍA-PARÍS, M. 2002. Alytes dickhilleni. En: Atlas y Libro Rojo de los Anfibios y Reptiles de España (PLEGUEZUELOS, J. M.; MÁRQUEZ, R. ; LIZANA, M. eds.). Dirección General de Conservación de la Naturaleza-Asociación Herpetológica Española (2ª impresión), Madrid: 76-78.

FERNÁNDEZ-CARDENETE, J.R. et al. 2013. Guía de los anfibios del sureste ibérico. PARRONDO-CELDRÁN, P. (coord.). Murcia. Asociación Columbares. 176 pp. ISBN 84-616-7840-0